Leemos en Clarin Zonales:
Victor Capudano tuvo un taller durante 40 años. Hoy, a los 83, abandonó el oficio y hace esculturas con respuestos viejos. "A veces lo tengo que ir a buscar a la la noche para que venga a cenar porque no para", cuenta su esposa
Victor Capudano o simplemente Vittorio, como lo llaman sus amigos, tiene 83 años y toda una vida dedicada a su gran pasión: los autos. Mecánico desde los 12, hace 20 descubrió que además de reparar motores, podía crear arte con cualquier tipo de piezas de esos fierros que reparaba. “Un día encontré la rueda de un trailer tirada en el barro, la levanté, me pregunté qué hacer y se me ocurrió crear mi primera escultura”, recuerda el vecino de Villa Insuperable.
Chasis, parte de motores, bujías y cualquier elemento considerado chatarra son los que busca y utiliza para sus creaciones. “Busco en mi taller o pregunto a colegas amigos. No pretendo nunca alguna marca específica, sino cualquier cosa que se adapte a lo que quiero hacer. Para eso es clave usar la imaginación y buscar alternativas”, comenta.
Con el paso del tiempo, Victor convirtió este pasatiempo en un trabajo que se llevó la mayor cantidad de sus horas y reemplazó por completo su querida profesión de mecánico. “Lo hago con gusto porque significa estar ocupado. Mientras esté parado voy a seguir haciéndolo. Recién cuando empiece a tener que a estar horizontal diariamente, lo dejaré”, afirma entre risas este artista que se formo de manera autodidacta.
Días enteros son los que Vittorio se pasa en lo que supo ser su tradicional taller de la calle Goyena, donde ayudado por sus viejas herramientas se dedica a darle forma a decenas de esculturas, ideadas completamente por él. ”A veces lo tengo que ir a buscar a la noche para cenar, porque se pasa todo el día ideando y creando nuevas cosas”, asegura su esposa Teresa Candio, mientras él explica que aparte de ser un trabajo minucioso, muchas veces debe comenzar de cero tras cometer algún error. Y agrega: “Muchos trabajos requieren de prueba y error o de modificaciones, y a mi no me gusta parar hasta que los finalizo”.
Como buen artista, constantemente le surgen posibilidades para exponer sus obras ante el público para que disfrute con la mirada casi tanto como él a la hora de hacerlas. “Expuse en bancos, escuelas, sanatorios y ferias. En los próximos meses estaré en el banco Creedicop de Villa Madero y probablemente expondré en el cine Del Plata en Mataderos, una vez que terminen de reacondicionarlo. Disfruto de esas oportunidades para mostrar lo que hago”, afirma con orgullo.
El amor por su trabajo es tan grande que no le interesa obtener beneficio económico alguno, ni fama por ese medio, ya que no vende ninguna de sus obras y solo regala algunas pocas a familiares y amigos. “Yo no los vendo porque son hijos. Esta fue la razón por la cual no pude entrar en ArteBa, que hubiera sido una gran posibilidad para hacer conocer mi obra a un público mayor”, concluye.
Chasis, parte de motores, bujías y cualquier elemento considerado chatarra son los que busca y utiliza para sus creaciones. “Busco en mi taller o pregunto a colegas amigos. No pretendo nunca alguna marca específica, sino cualquier cosa que se adapte a lo que quiero hacer. Para eso es clave usar la imaginación y buscar alternativas”, comenta.
Con el paso del tiempo, Victor convirtió este pasatiempo en un trabajo que se llevó la mayor cantidad de sus horas y reemplazó por completo su querida profesión de mecánico. “Lo hago con gusto porque significa estar ocupado. Mientras esté parado voy a seguir haciéndolo. Recién cuando empiece a tener que a estar horizontal diariamente, lo dejaré”, afirma entre risas este artista que se formo de manera autodidacta.
Días enteros son los que Vittorio se pasa en lo que supo ser su tradicional taller de la calle Goyena, donde ayudado por sus viejas herramientas se dedica a darle forma a decenas de esculturas, ideadas completamente por él. ”A veces lo tengo que ir a buscar a la noche para cenar, porque se pasa todo el día ideando y creando nuevas cosas”, asegura su esposa Teresa Candio, mientras él explica que aparte de ser un trabajo minucioso, muchas veces debe comenzar de cero tras cometer algún error. Y agrega: “Muchos trabajos requieren de prueba y error o de modificaciones, y a mi no me gusta parar hasta que los finalizo”.
Como buen artista, constantemente le surgen posibilidades para exponer sus obras ante el público para que disfrute con la mirada casi tanto como él a la hora de hacerlas. “Expuse en bancos, escuelas, sanatorios y ferias. En los próximos meses estaré en el banco Creedicop de Villa Madero y probablemente expondré en el cine Del Plata en Mataderos, una vez que terminen de reacondicionarlo. Disfruto de esas oportunidades para mostrar lo que hago”, afirma con orgullo.
El amor por su trabajo es tan grande que no le interesa obtener beneficio económico alguno, ni fama por ese medio, ya que no vende ninguna de sus obras y solo regala algunas pocas a familiares y amigos. “Yo no los vendo porque son hijos. Esta fue la razón por la cual no pude entrar en ArteBa, que hubiera sido una gran posibilidad para hacer conocer mi obra a un público mayor”, concluye.
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